Sociedad Israelita de Beneficencia de San Luis

 

 

ACTO DE ENTREGA DE LA

DECLARACIÓN DE LA

IGLESIA EVANGÉLICA LUTERANA UNIDA

A LA COMUNIDAD JUDIA ARGENTINA

25 de septiembre de 2002 - 19 de Tisrhi de 5763

 

  PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA DAIA DR. JOSÉ HERCMAN 25/9/2002
Nos encontramos congregados con motivo de un acontecimiento que podemos calificar, sin temor a exagerar, de histórico. En nombre de la comunidad judía argentina recibimos un documento de la Iglesia Evangélica Luterana Unida que cala hondo en nuestros corazones, que conmueve nuestros espíritus, que sacude nuestra memoria. El premio Nóbel de la Paz, Elie Wiesel señaló de manera descarnada que la Shoah, el Holocausto, no comenzó con los hornos crematorios ni con cámaras de gas, comenzó con palabras de desprecio y de odio. El exterminio de seis millones de nuestros hermanos, entre ellos un millón y medio de niños, a manos del siniestro régimen nazi y de sus cómplices en muchos países de la Europa ocupada, fue la culminación más abyecta y criminal de siglos de antisemitismo y persecución, que dolorosamente formó parte tantas veces de las enseñanzas cristianas. Parafraseando a Elie Wiesel afirmamos que el camino de la reconciliación y el afecto comienza con palabras como las que forman parte del documento que hoy se nos entrega. Apreciamos en su justa dimensión la valentía de revisar la propia historia, de efectuar un “jeshbon hanefesh”, que el alma rinda cuenta, e incluso de cuestionar actitudes y enseñanzas del maestro de la Iglesia Luterana, al señalar que “muy pocas comunidades cristianas de fe fueron capaces de escapar al contagio del antijudaísmo y su sucesor moderno el antisemitismo”. El documento deplora y condena sin ambigüedades la enseñanza del odio hacia el judaísmo, y hacia los judíos, y expresa un compromiso para el presente y el futuro. En sus propias palabras “comprometemos a esta Iglesia a oponerse al nefasto ejercicio de esta clase de intolerancia, tanto dentro de nuestros propios círculos como en la sociedad que nos rodea”. Este compromiso expreso es de enorme trascendencia. Demasiadas han sido las situaciones en que relevantes actores sociales, religiosos, intelectuales, políticos, han permanecido indiferentes ante agravios, discriminaciones y aun ataques físicos perpetradas contra miembros de nuestra comunidad, o de otros grupos étnicos, religiosos o nacionales. Como si el antisemitismo fuera un problema de los judíos, la xenofobia un problema de los bolivianos o la discriminación contra los indígenas un problema de los mapuches. El asumir que cada acto discriminatorio, cada actitud racista o xenófoba es un agravio contra todos los seres humanos es lo único que nos permitirá avanzar para su erradicación. Por ello saludamos, y apreciamos, este gesto de nuestros amigos Luteranos. Estamos seguros que elevarán su voz de condena y reclamo junto a la nuestra, cuando algún nostálgico del nazismo de entonces o sus émulos, los fundamentalistas de hoy, agredan de palabra o de hecho a nuestra comunidad, ofendan nuestros preceptos, denigren nuestras tradiciones. Confiamos que los elevados principios expresados y la categórica condena del antisemitismo en todas sus manifestaciones, serán asumidos como propios por cada pastor y por cada miembro de la Iglesia Luterana, y se traducirán en hechos concretos en sus vidas cotidianas. El amor y el respeto por el diferente constituyen la sustancia imprescindible de un vínculo fraterno, cuyo nuevo impulso hoy celebramos. Formulamos votos para que este paso tan valioso constituya un ejemplo a seguir por otros sectores de nuestra sociedad en bien del castigado cuerpo social argentino. Para que nunca más se profane el nombre del Creador, incitando al odio y la discriminación. QUE ASÍ SEA. Buenos Aires, 25 de Septiembre de 2002