AMIA: 8 años de impunidad

Como lamentablemente predijéramos, quizás nunca podamos responder muchas
preguntas que nos hacemos ante las manifestaciones de la maldad. Cada
vez que ocurren hechos de violencia o discriminación nos retorcemos en
la impotencia que trae la muerte y la desolación de la incomprensión,
pero en ella debemos apoyarnos para seguir bregando por la paz, ya que
no hay otro camino.
El dolor de no poder anunciar el esclarecimiento de este terrible
atentado, nos duele cada año un poco más.
Nuestro país se debate en opciones extremas; ser o no ser se hace más
evidente ante hechos paradigmáticos como el de AMIA.
Se proponen soluciones mágicas, se muestra la bronca con el “váyanse
todos” de las marchas populares pero cuando eso ocurra, seguramente,
será para desplazar a los decentes. Seguramente, para cuando eso ocurra,
los jueces seguirán siendo los mismos, la burocracia y la morosidad de
la estructura gubernamental seguirá siendo la misma. La indolencia
policial y el descompromiso de la justicia seguirá siendo el mismo con
el que hasta ahora nos ha identificado la comunidad internacional.
Cada año que pasa repetimos nuestra impotencia solo enmendada por la
tozudez de no olvidar, pero nos preguntamos: ¿es suficiente?
El avance de la intolerancia y la predica del extremismo sigue
prendiendo en la gente. Por eso, nuestro esfuerzo debe centrarse en
restituir el respeto por las instituciones y las personas, por pedir
justicia, pero no cualquier justicia, la institucionalizada, la que
emana de la ley y la constitución. Debemos preservar las acciones en un
marco civilizado y serio.
Esclarecimiento, justicia y castigo a los culpables es lo que pedimos.
No queremos caer en la desesperación de sumarnos a los violentos, los
irreverentes, los crueles, los demagogos, los facilistas, los adulones o
los aventureros. Queremos justicia en serio, la de las personas serias,
eficientes y responsables; aquellas que hay en todos los partidos, en
todas las religiones, en todas las ideologías, en todas las
nacionalidades y en todas las profesiones.
Creemos que es necesario redoblar esfuerzos para que las personas bien
intencionadas se involucren activamente en los llamados a unirse contra
la intolerancia, contra la discriminación, la violencia física y
especialmente contra la violencia verbal encubierta de discursos
políticos aventureros o enunciados ideológicos alterados; porque es ésta
la violencia que, sin duda, va carcomiendo la resistencia de nuestros
jóvenes a utilizar esos mismos métodos.
No olvidar será un slogan sin sentido, para que eso no ocurra leo a
continuación algunos párrafos de discursos anteriores para esta misma
fecha:
“En el país, deberemos cambiar conductas. La tragedia debe hacernos
aprender y, consecuentemente, deberemos cambiar actitudes displicentes
en relación a la seguridad.” (año 1995 1er. aniversario)
“Si olvidamos o soslayamos los problemas. Si creemos que la solución a
ellos se encuentra en el otro, veremos impotentes como se desintegra el
cuerpo social cual si fuera arena entre los dedos.” (año 1997 3er.
aniversario)
“Porque no son suficientes las expresiones. Los hechos deben venir de la
mano de las expresiones y las expresiones de verdaderas posturas
éticas.” (año 2000 6to. aniversario)
“Y aún cuando el pasado se convierte en presente, sabemos que la
responsabilidad de la violencia no es de todos, la vergüenza de no
encontrar a los culpables no es de todos, la indolencia para impartir
justicia no es de todos. Cada cual debe encontrar su rol en este dilema
y asumir su responsabilidad, de lo contrario volverá a pasar y quizás el
objetivo en ese momento no seamos los judíos. Hay que despertar de esta
inmovilidad.” (año 2001 7mo. aniversario)
Es responsabilidad de todos que estas palabras que se dijeran en otras
oportunidades y las que hoy pronunciamos no caigan en saco roto.
San Luis, 18 de julio de 2002.-
Arq. Daniel Hodara
Presidente
Sociedad Israelita de San Luis
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