¡SORPRESAS TE DA LA VIDA!
Por
primera vez en mi vida me fui sola de vacaciones.
Simplemente porque estoy sola en estas cosas de la vida.
Ya mis hijas van por sus propios caminos.
Y yo me fui a Las Chacras, a pocos kilómetros de la capital puntana.
Un
día, buscando el museo de historia natural y de antropología de la Universidad
de San Luis, descubrí un parque llamado Paseo Ana Frank. ¿Quién hubiera
sospechado algo así en San Luis?
Pero allí no terminó el asunto.
En ese mismo paseo, descubrí un monumento dedicado por la colectividad
judía de la provincia en el Día Mundial por los Derechos Humanos a la misma
Ana Frank.
Grande
fue mi sorpresa. ¡Ni sospechaba que hubiera en San Luis una comunidad judía!
Me emocioné mucho y la busqué en la guía telefónica por las más
diversas denominaciones: colectividad, comunidad, congregación, sinagoga, ..
nada.
¿Cómo
encontrarla?
Me fui a... la Catedral de San Luis.
Allí me informaron dónde estaba y
cómo llegar.
Por supuesto estaba solo el casero que me informó el horario del
Servicio.
El
viernes siguiente participé del Cabalat Shabat.
Por supuesto llamé la atención.
No deben ser muchos los porteños que concurren. ¡Cómo, una mujer sola!
Una chica me dijo: ¡Ahora ya no estás sola, estás con nosotros!
Eran
12 judíos puntanos que llevaron un servicio tipo conservador, hermoso, cantado
con «cavaná» y me sentí muy bien.
Distintas familias me invitaron a compartir su casa, su cena sabática,
su simpatía y su fraternidad y una
familia me llevó inclusive hasta mi hotel.
Nunca olvidaré las familias, Amidjar, Aljanati, Cherman y Sorakin que me cobijaron con sus alas de ángeles y realmente ya no me sentí sola.
L.F.
(Artículo publicado en la Revista "Filantropía" de la Asociación Filantrópica Israelita - marzo/abril 2000 - Año LXVII - N° 647)
Las Sorpresas no terminaron allí.
Recibimos una hermosa carta de Gabriela Fechenbach de Friedheim de Martinez, Bs.As., que habiendo leído el artículo nos contó su alegría: entre los años 1938-1945 vivió en San Luis.